miércoles, 2 de agosto de 2017

probando Lorenzo


¿Por qué este libro?
Por azares de la vida Lorenzo Silva se había cruzado en repetidas ocasiones, antes de escribir este libro, con la figura del general de la Guardia Civil, José Aranguren Roldán.
 No en balde el grueso de la obra narrativa del escritor madrileño tiene por protagonistas a dos guardias civiles, Bevilacqua y Chamorro, que incardinan en ellos de modo natural y creíble los principios y valores propios del Cuerpo, razón por la que el escritor fue distinguido en 2010 con el nombramiento de Guardia Civil Honorario dada su su contribución a la imagen del Cuerpo. Es evidente, pues, que Silva se ha documentado mucho sobre este Instituto Armado para escribir los nueve títulos que por ahora componen la serie Bevilacqua-Chamorro. Sin embargo fue concretamente durante el proceso de documentación para su ensayo "Sereno en el peligro", subtitulado 'La aventura histórica de la Guardia Civil', que se topó con la figura humana del general Aranguren ("me encontré con Aranguren cuando me encontraba profundizando en el desempeño de la Guardia Civil en la Segunda República, en el alzamiento que acabaría por derribarla y en la guerra civil", pág. 37). 
También, en las páginas iniciales de la obra que reseño dice: "deslicé una breve alusión a Aranguren en la novela 'La marca del meridiano', donde dos guardias civiles viajan a Barcelona para esclarecer el asesinato de un compañero, ocasión en la que el protagonista recuerda al general que allí selló su suerte por atenerse a su código de honor." (pág. 38). "La marca del meridiano" [leer reseña aquí], ganadora del Premio Planeta en 2012, tuvo una gran difusión. La novela, y por tanto la alusión al general Aranguren citada antes, fue leída por Lorenzo Rubio Sánchez del Valle, bisnieto de José Aranguren Roldán, que no dudó en ponerse en contacto con el escritor vía e-mail en enero de 2013. Y así, explica Lorenzo Silva en su relato, se encendió en su ánimo el deseo de escribir sobre esta figura tan importante para la historia de España y tan desconocida por todos.

La importancia del general Aranguren radica en que los dos tercios y cuatro escuadrones de Caballería de la Guardia Civil con cabecera en Barcelona que comandaba permanecieron por decisión suya fieles al gobierno republicano pese a haber sido él directamente instado a unirse a la rebelión por su compañero en la guerra de Marruecos el general Goded. A Lorenzo Silva y a cualquiera que medite en el asunto no deja de resultar extraño que un comportamiento tan honesto, fiel y disciplinado haya sido escondido, ignorado, cuando no ninguneado por unos y otros.

¿Un libro de qué tipo?
El primer asunto que el escritor debía resolver -según él cuenta en el primer capítulo de la obra- era el del género literario. Ya en la página siete dice con rotundidad que Esta historia es un relato de ficción [...] pero que como no es una novela de intriga, podemos aclarar desde ya lo que ha de ocurrir finalmente: los van a fusilar a los dos [a Aranguren y al general Goded], en esa Barcelona por cuya posesión se enfrentan. Y sigue con el asunto en las siguientes páginas cuando alude a Emmanuel Carrère, escritor de novelas de no ficción: "Afirma Emmanuel Carrère, a propósito de las múltiples referencias contenidas en su novela 'El Reino' [leer reseña aquía su propia experiencia como creyente primero y como agnóstico después, que es bueno que el lector sepa desde dónde cuenta un novelista su historia." (pág. 12). Y en el último capítulo de todo el relato vuelve a insistir en el tema, insistencia que quizás venga a demostrar las dudas que esta cuestión le plantea: "He querido que el libro fuera una novela y se leyera como tal y por tanto he prescindido deliberadamente del aparato de notas a pie de página" (pág. 402). En definitiva, pues, Lorenzo Silva escribe un relato de no ficción, una crónica novelada, profusamente documentado previamente a fin de contextualizar debidamente al personaje, sobre la figura de este militar que, fiel a sus juramentos, a sus mandos y a su país, se negó a secundar la rebelión militar de 1936.

Literariamente la novela no me ha dicho mucho. Creo que la intencionalidad está bien clara desde el principio: limpiar la imagen de oprobio que unos y otros han vertido sobre este íntegro General de la Guardia Civil. Para los franquistas, un traidor, tanto que el dictador, pese a frecuentarse ambas familias durante los primeros años 30, no dudó en firmar su pena de muerte en abril de 1939; para los perdedores de la Guerra Civil, un miembro de ese Cuerpo que durante los 40 de Dictadura sirvió a los sucesivos gobiernos reprimiendo cualquier atisbo de insurgencia. Lorenzo Silva, y yo estoy con él, quiere ser equidistante como lo fueron, en los momentos álgidos, el periodista Manuel Chaves Nogales, el republicano Escofet, el expresidente de la República Manuel Azaña, y otros, quienes en sus respectivos libros sobre la guerra de Marruecos, el periodo republicano 1931-1936 y/o la Guerra Civil, destacan siempre el comportamiento honesto y ejemplar de este servidor de España. Alabo el riesgo que corre Lorenzo Silva con este libro, pues en nuestro país, siempre de extremos, no posicionarse de un lado o de otro, ser ecuánime con documentos en la mano, no es bien visto ni por tirios ni por troyanos. Sirvan de ejemplo estos dos fragmentos escogidos del libro:

  • Uno donde el propio Lorenzo Silva confiesa ser consciente del riesgo que corre:
"Poco o nada me preocupa que esta declaración pueda ser interpretada por quienes la lean desde una visión fanática, la que sea, como una forma de nadar y guardar la ropa, un situarse a medio camino de todo y de nada, un ejercicio de tibieza u otra fórmula de descrédito de las usualmente arrojadas sobre quienes no se pliegan a los imperativos de la adhesión incondicional. [...] la corrección política, que ya no es más que una etiqueta inerte para designar lo indebido con arreglo al devocionario que el creyente en cuestión profesa. Una de las muchas formas que nos hemos inventado de no decir nada," (págs 36-37)

Romance sonámbulo
(de “Tratado de Urbanismo”, 1967)


Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,

eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde?

Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.


Jugando,
(“Cuentos tontos para niños listos”)

-¿Redonda?
- La Luna.
-¿Y redondo?
- El Sol
-¿Redonda?
- La bola.
-¿Redondo?
- El balón
-¿Redonda?
- La fresa.
-¿Redondo?
- El fresón
-¿Redonda?
- La rosca.
-¿Redondo?
- El roscón
-¿Redonda?
- La lima.
-¿Redondo?
- El limón
-¿Redonda?
- La plaza.
-¿Redondo?
- El balcón
-¿Redonda?
- La torre.
-¿Redondo?
- El reloj
-¿Redonda?
- Tu cara.
-¿Redondo?
- Mi corazón
-Tu corazón no es redondo
-Tú ¿lo ves?
- ¡Claro que no1
-Entonces, ¿cómo lo sabes?
-Porque sí.
- ¡Vaya razón!
-Es mío y sé que es redondo.

- Pues ya no juego.
- Ni yo.

  • Otro donde comenta lo que Frederic Estofet, Comisario General de Orden Público de la Generalitat, escribió sobre la actuación de la Guardia Civil que dirigía Aranguren el 19 de julio de 1936 en su libro de memorias "Al servei de Catalunya i de la República"
"«Los verdaderos reveses de los insurrectos, en el Cinc d’Oros, en la avenida Icària, en la calle de la Diputación [donde fueron bloqueados los artilleros] y, más tarde en la plaza de Cataluña, fueron obra principal de las fuerzas de orden público». Palabras de quien no sólo vivió los acontecimientos, sino que lo hizo a pie de obra y en primera fila, que muy pocos han leído (pocos saben, en la Barcelona, la Cataluña y la España de hoy, de la existencia misma de Frederic Escofet) y que contrastan dramáticamente con lo que pudo leerse en cierta prensa catalana y oírse a los próceres del país en el verano de 2016, con motivo del ochenta aniversario de la batalla por la ciudad, presentando esta como una derrota del siniestro ejército español a manos del pueblo barcelonés (o catalán) en armas." (pág. 259)

Un libro oportuno

Durante la lectura, dada la ubicación de la historia (Barcelona, 1936) y el acto de ilegalidad perpetrado por los golpistas al levantarse contra la autoridad legalmente constituída haciendo caso omiso del ordenamiento jurídico, no he podido por menos -creo que en el subconsciente del escritor, e incluso en el consciente, también anidan estos pensamientos- que establecer una estrecha analogía, aunque de signo inverso, entre ese ayer vivido en la capital catalana y los acontecimientos de hoy en esa misma comunidad. ¿Será posible que otra vez volvamos a tropezar en la misma piedra? ¿Para qué sirven las leyes? ¿Se pueden ignorar o respetar a voluntad? ¿El lenguaje sólo sirve para manipular? 





Franco, Manuel Azaña, José Aranguren







Andrés Trapiello, poeta y escritor español, nació en 1953 en Manzaneda de Torío, León.
Después de estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, donde también trabajó en el diario Pueblo, se trasladó en 1975 a Madrid, ciudad en la que vive desde entonces. De 1975 a 1977 trabajó como redactor en una revista de arte y de 1977 a 1980, también como redactor, en programas de arte y de literatura de Televisión Española.
En 1980 fundó y dirigió con Juan Manuel Bonet las Entregas y Libros de La Ventura, donde ese mismo año apareció Junto al agua, su primer libro de poemas.
En 1982 empezó a dirigir, con Valentín Zapatero, su fundador, la editorial Trieste en la que apareció ese año su segundo libro de poemas, Las tradiciones, al que siguió, en 1985, también en la editorial Trieste, La vida fácil.
En 1988 publicó su primera novela, La tinta simpática, y en 1990 vio la luz El gato encerrado, primer tomo de los diecisiete, hasta la fecha, del Salón de pasos perdidos, conjunto de diarios que ha subtitulado “Una novela en marcha”, publicados todos ellos en la editorial Pre-Textos.
En 1989 empezó a dirigir en la editorial Comares de Granada, de Miguel Ángel del Arco y Mario Fernández Ayudarte, la colección La Veleta, donde han aparecido hasta la fecha más de cien libros, de poesía y de prosa.
En 1992 recibió el Premio Internacional de novela Plaza y Janés por su segunda novela, El buque fantasma, y en 1993 el Premio de la Crítica por su cuarto libro de poemas Acaso una verdad, al que han seguido hasta la fecha Rama desnuda y Un sueño en otro.
En 1993 Las armas y las letras. Literatura y guerra civil 1936-1939 recibió el Premio don Juan de Borbón y señaló el comienzo de sus artículos semanales en el Magazine de La Vanguardia, en la que colabora desde entonces. Ese libro fue revisado, significativamente ampliado y reeditado en 2010.
En 2003 su novela Los amigos del crimen perfecto obtuvo el Premio Nadal, y en 2005 Al morir don Quijote el Premio Fundación Juan Manuel Lara a la mejor novela de ese año editada en español, a la que siguió en 2009 Los confines, todas ellas en la editorial Destino.
Otros libros suyos son La noche de los Cuatro Caminos (2001), crónica de un episodio del maquis en Madrid, El arca de las palabras (2006) e Imprenta moderna. Imprenta y literatura (2006). Colaborador de La Vanguardia, El País, El Cultural o el Abc Cultural y diversas publicaciones literarias, es autor, junto a Alfonso Meléndez, y en calidad de tipógrafo, de un número apreciable de catálogos y diseños editoriales.
En 2003 le fue concedido por el conjunto de su obra el Premio de las Letras de la Comunidad de Madrid, y en 2010 el de las Letras de la Comunidad de Castilla y León.
En 2012 su novela Ayer no más fue elegida mejor novela del año por los lectores de el diario El País.
En 2014 publicó la novela El final de Sancho Panza y otras suertes.
Su diario titulado Salón de pasos perdidos tiene ya más de veinte tomos desde el primero aparecido en 1990 con el título El gato encerrado 1987 hasta el último, Diligencias 2016, publicado en 2019
"Madrid" es el último de los 17 ensayos que ha escrito entre los que destaca además de éste el titulado 'Las armas y las letras' y 'El Rastro'.

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