jueves, 1 de octubre de 2015

La muerte juega a los dados

En esta colección de relatos, la argentina afincada en España, Clara Obligado, explora los límites del género del cuento. Concretamente los 18 relatos que componen el volumen admiten dos tipos de lectura (¡cómo me ha recordado la advertencia inicial de la autora a las recomendaciones para leer que Julio Cortázar puso al frente de su "Rayuela"!): una simplemente en forma de cuentos independientes, leídos al azar, entre los que el lector encontrará ciertas similitudes; y una segunda de tipo lineal en el curso de la cual se podrá advertir una cierta trama policíaca y la saga de una familia. La autora justifica esta forma doble diciendo: “Esta forma mestiza, que lo es también en el idioma,es mi manera de plantear una escritura descolocada, fuera de los límites, extranjera”.

Lo que es cierto es que, en efecto, los personajes de unos cuentos se presentan en otros, se alzan o se esconden según se ponga el foco en estos o en aquellos. Es evidente que estamos ante la historia de una saga familiar, la de los Lejárrega, a lo largo de tres generaciones, a través de dos o tres países, pues se inicia en Buenos Aires (Argentina), prosigue en España y se concluye -ahí es donde se ubica el último relato- en Francia, en Maintenon, próximo a Chartres.


Los hombres y mujeres que pueblan los cuentos forman parte, si bien bajo nombres supuestos, del universo familiar de la propia escritora. Aquí radica otro de los experimentos que realiza en esta obra: mostrar la obra haciéndose en la ficción de la verdad recordada y en la verdad de la imaginación allí vertida. En la cita señala antes se ve cómo Clara Obligado se identifica, por su propia biografía, con esta forma mestiza, extranjera, pues ella misma, dice, es vista como extranjera en España a pesar de residir aquí desde 1976 y de incluso tener la nacionalidad española.


Los 18 cuentos presentan diversos momentos de esta familia enmarcados entre el primero, “Un cadáver en la biblioteca”, que muestra la personalidad y asesinato del patriarca de la familia, Héctor Lejárrega. Su mujer, Leonora,  aparecerá en muchos de los demás relatos. Si el momento en que se sitúa esta  historia inicial es 1936, la que cierra el volumen, “Verano”  no se sitúa más allá de 2014 o 2015 pues nos muestra a la escritora, una de las mellizas nietas de Leonora y de Héctor escribiendo esto que los lectores estamos leyendo. Este presentar el proceso de escribir [no es el único relato en el que se sitúa fuera de la propia narración, el cuento titulado “Cosas que me preguntaba mientras  escribía estos cuentos” es un auténtico ‘tour de force’, un ‘más difícil todavía’, una ‘vuelta de tuerca’ más en el experimentalismo bajo el que Clara Obligado ha enfocado este volumen de narraciones] es procedimiento frecuente en la narración moderna desde el llamado postmodernismo.
Clara Obligado es autora muy interesada en llevar la narratividad hasta sus extremos. Eso es lo que ha hecho con este forzar el marco de los dos géneros narrativos más usados, novela y cuento. También en alguno de los relatos, concretamente en los  titulados “El miedo” y “La divina proporción”, estamos ante casi microrrelatos, género narrativo del que algunos considera a Clara Obligado como su creadora. Aunque de otro tipo, también puede ser visto como experimental el juego que se realiza con algunos términos. Tal es el caso del cuento “Zoo lógico” donde un vocablo ha sido escindido en dos, escisión que en cierta manera se confirma en la lectura del relato donde una mujer, Fernanda, casada con un marido que la quiere y respeta, Raymond, se propone ser fiel a Bruño, estudiante que la satisface con cópulas breves y repetidas. Desde luego, esta familia es un zoo, lógico o no, eso ya es otro cantar.
En todos los cuentos la experiencia autobiográfica familiar tiene un peso muy grande. Así en algunos aparecen recuerdos infantiles del miedo a monjas del colegio (“El miedo”), de los juegos infantiles en la finca de “Los naranjos” a donde la familia Lejárrega iba a pasar los veranos (“La peste”) aunque esta inocencia infantil topa tangencialmente en algunos con los problemas políticos que estaban sucediendo en el país y que luego finalmente los absorbería (“La peste” y “Las eléctricas”). En mi opinión el episodio central de este deambular por tres generaciones de argentinos es el de la Junta Militar con la recua de desaparecidos que provocó. Concretamente, un personaje de la familia que aquí aparece con el nombre de Sonia, y que figura como hermana de la narradora-autora, fue hecha desaparecer por los milicos. Sonia era escritora y su testigo es el que Clara Obligado recoge prometiéndose a sí misma y a nosotros, sus lectores, que una novela sobre su hermana saldrá de su pluma.

La relación entre unos relatos y otros viene dada tanto por personajes:

  • Mme Tanis y Estanislada; 
  • Alma y sus tres hijas; 
  • los hermanos Lejárrega, Héctor y Diego; 
  • la familia de Diego: Fernanda y su marido Raymond; etc. 



    Pero también en algún relato viene dado por los objetos: el caso de las palomitas de papel, el libro japonés de papiroflexia y el revoloteo de los centenares de estas palomitas que liberan a Teo del encierro en que se encuentra, puede ser un buen ejemplo; también la pistola de cachas de nácar es objeto recurrente en varios relatos

    Por último, muchos géneros narrativos se pueden identificar a lo largo del volumen: detectivesco (“El efecto coliflor”, “La divina proporción”, “Un cadáver en la biblioteca”, “La sangre”  y muchos otros), distópico (“Nada útil”), romántico (“El verdadero amor nunca se olvida”), misterio (“Interferencias”), socio-político (“La peste” y “Las eléctricas”), realismo costumbrista (“Verano”), etc.

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